miércoles, 19 de diciembre de 2018

Un reflejo llamado ROMA



Un reflejo llamado ROMA.
Por Allende Márquez Ortiz.

En todos años de antigüedad que tengo viviendo en la calvicie, he desarrollado la habilidad de cortarme lo poco que queda de cabello en el reflejo de un espejo, tan superficial puede ser el sentido de esto, pero no a través del reflejo de la imagen en cualquier superficie.

Las perspectivas cambian según se puedan colocar los puntos de vista; en el caso de ROMA, película de Alfonso Cuarón busca en sus formas fílmicas mostrarnos puntos de vista, más allá de lo contemplativo, cada encuadre, cada movimiento nos permite adentrarnos en la historia, como cualquier voyeur observando a escondidas la vida de Cleo y la familia para quien trabaja, es la única que se da cuenta de ciertos secretos  y quien ve el mundo de manera diferente. Es el punto de vista de Cleo, y la acompañamos durante 9 meses, o dos horas y media, cómo gusten verlo en ese espacio que nos remonta a un México lleno de nostalgia, lleno de turbulencia, y ese pequeño último momento de un México que ya no existe.


ROMA no es solo un ensayo sobre la clase media en la Colonia Roma en los años 70´s en México, se quedaría corta la apreciación de las personas que solo vieran eso en la película, es un reflejo en la destrucción y construcción de una sociedad que se encuentra en el punto de quiebre de su historia, de sus paradigmas y su status quo.
Es un ensayo sobre el estilo de vida que añoramos porque fue lo último real que vivimos como familia.
Esta colonia en inicio fue un asentamiento de la clase alta a inicios del siglo XX, aún quedan algunos vestigios de esas mansiones y la opulencia que tuvo. Sin embargo se convierte en otro proyecto urbano propuesto ante la modernidad que empieza a mitades del siglo. 


El modelo familiar que se muestra en la película cambia, no es el que nos enseñan en la primaria como la célula básica de la sociedad, sino que la mujer toma el control ante el caos, lleva a vivir a su familia a un nueva aventura social, pero sin renunciar a lo poco que queda de su estilo de vida. “Le traes un té de manzanilla al señor”, “Cleo me traes un licuado de plátano”.

Las imágenes de cada uno de los escenarios escogidos fuera de esta colonia tambien remiten a un México rural, lejos del tráfico, lejos del bullicio de una ciudad en pleno crecimiento. Y ahí es donde encontramos esas metáforas narrativas acerca de la destrucción de un estilo de vida, no solo del nacimiento de un bebé, sino de la destrucción por medio de los elementos, la tierra se rebela, el aire sopla, el fuego destruye, y del agua nace nueva vida.

Cuarón se reinventa y se da el gusto y la travesura de auto homenajearse en el cine a través del cine. La niñez de Cuarón y sus deseos como ser astronauta, aún en diferentes ámbitos sociales;muchos vivimos esos sueños y experiencias fuera del planeta, o bien donde los aviones nos indican en las propias palabras del director, que existe un mundo más allá de este valle urbano. Observando el vaivén de aeronaves que entran y salen de esta gran ciudad.
Pero no solo complace sus recuerdos y nostalgia familiar, busca reconciliarse con el México que se ha discriminado y escondido en los rincones de una casa donde todos conviven y existe el cariño que debe verse a través del reflejo del espejo de nuestra vida.
Es un logro visual, somos acompañantes de Cleo, la observamos y vivimos su experiencia, no solo sobre su hombro, sino como espectadores de una historia audiovisual que nos envuelve directamente a ese momento entre 1971 y 1972.
La destrucción y creación a través de los objetos, de los elementos, y de la vida misma de esta familia típica de clase media en un México que vive uno de sus momentos más críticos, debe verse a través del reflejo de la palabra ROMA en un espejo.
La presencia de aquello que nos educó en nuestros primeros años, la tele, el cine, las revistas, la música; ese mundo analógico que combina el entretenimiento con nuestra vida diaria, la comida, los paseos, los vendedores ambulantes o incluso hasta los comerciales que aún tenemos en la mente gracias a su constante repetición.
Si bien la polémica de la película antes un posible reomanticismo y validación del servicio doméstico bajo el dominio de la clase social superior, o bien el aventurarse a retar a las grandes empresas de distribución y proyección de películas, en el caso de México, Cinépolis y Cinemex, y dar la el golpe maestro de que NETFLIX sea quien con su modelo de negocio permita que llegue la película a un público mucho más extenso, y si lo vemos de alguna otra perspectiva, se vuelve más democrático, sin quitar el dedo del renglón que es un negocio como cualquier otro y deberá tener sus ganancias.
Una película que cada mexicano debe ver y comprender para entender su pasado y vislumbrar su futuro. Al menos quienes actualmente vivimos estos momentos tan caóticos de la vida diaria, como lo es la misma película.
Si pudieramos ver en un espejo, como el reflejo de los créditos iniciales en el agua, o en el espejo donde todos nos arreglamos todos los días, o bien en cualquier reflejo de una vitrina de las calles de esta colonia, o en los ojos de Cleo, y vemos la palabra ROMA al reves, podemos vislumbrar la palabra AMOR, el amor a ún pasado, que nos generó un presente, y que CLEO vive con su inocencia, sencillez y valentía que mucha falta nos hace. 



domingo, 24 de septiembre de 2017

Desde la trinchera, 19S17




Desde la trinchera
19S17

Varias veces me han dicho en estos días, “Cada quien ayuda desde su propia trinchera”, desde sus propios recursos, medios y principios. Sin duda las trincheras se han excavado de mil maneras en 5 días, y creo que ninguna ha sido suficiente, pero también han sido necesarias.

Parte I
Desde la trinchera del miedo y la incertidumbre.

“No griten, no corran, no empujen”, les grité a mis alumnos, nunca antes pude decir previamente la frase de corrido, ni sabía que la tenía en mi memoria; afortunadamente fue rápida la reacción y salimos por la puerta de emergencia, salí al final e instintivamente tomé mi laptop, aún no sé por qué lo hice, al salir  un alumno me toma de la mano y me dice, “estás helado”, ¿cómo podría estar?, más que con miedo, tomé mi teléfono y mandé mensajes a mis hermanos y amigos cercanos, ¿están todos bien?, afortunadamente todos contestaron afirmativamente; pocos minutos después me enseñaban las primeras imágenes de los edificios dañados. Agradecí a mis alumnos que se quedaron unos momentos preguntando en que podrían ayudar, y observé a otros asustados y con miles de preocupaciones, incluso de aquellos que empujaron y corrieron los entiendo y espero puedan preocuparse por el que está a su lado.

Pasamos la tarde esperando noticias y saber a donde movernos, la Ciudad de México un caos, decidimos no movernos hasta que fuera el anochecer; “están robando en Constituyentes, aprovechando que el tráfico está atorado”, pensé; - son unos desalmados.

Las noticias fueron y vinieron en todas direcciones, nada que no esté en redes sociales, plataformas de noticias y medios tradicionales. Sin embargo la incertidumbre de esa primera noche fue de las más largas y oscuras que se ha vivido en esta ciudad.

Videos fluyeron rápidamente en los dispositivos móviles,  recordaba cada vez que veía uno que alguna persona, amigo o conocido vivía por ahí, el Campus Ciudad de México, donde trabaje 7 años, con muchos daños, muchos heridos, 5 muertos al siguiente día dijeron. Amigos de la condesa, ex alumnos y lugares por los que he caminado lentamente en fines de semana, tremendamente afectado.

Y todo lo observaba a través de mi dispositivo móvil, a lo lejos. Recursos, agua, comida. Los personajes se organizaron y empezaron a hacer lo necesario.

La incertidumbre y miedo de quienes estaban bajo los escombros, el papá y la hermana de un profesor de la facultad donde trabajo,  los niños de la escuela, las familias; lo veo por la televisión, nuevamente alejado, desde una trinchera que empecé a cavar desde la hora cero…

Puedo acercarme a la zona de desastre, “no, de seguro no te van a dejar pasar, hay mucha gente”, ¿qué hay que llevar?, “llévalo a los centros de acopio, ahí lo distribuirán.” Son las trincheras comunitarias que se han cavado a través de los jóvenes, los estudiantes, los vecinos; la comunidad hace la unión, no el individualismo, pero un individuo aporta a la colectividad. Observas uno a uno cargar comida, escombro; otros dar un abrazo, cargar a una persona, acariciar a un perro.
Los medios sociales vertieron información de mil maneras, siguen, los tweets, los likes y los mensajes compartidos, fluyen en la red de las calles, carreteras que surgen de la necesidad no, no de la vanidad;  no solo en la ciudad, sino de las poblaciones para  Puebla; Morelos, Oaxaca, Estado de México.
La trinchera crece se expande, la gente voltea y el miedo y la incertidumbre se vuelve en acción.

Desde la trinchera
19S17
Parte II
Desde la trinchera de la empatía, ímpetu y solidaridad.

La mayoría de mis ex alumnos y estudiantes son parte de la generación considerada milenial, a quienes he criticado en varias ocasiones, y quienes en este momento me han cerrado la boca y demostrado que SU GENERACIÓN es de unión, trabajo y esfuerzo por los demás; no solo de aquellos que viven o estaban en la Condesa, o en la Roma, o un poco más al sur en la Narvarte o en la Colonia Del Valle, sino de todos los puntos de la ciudad que accionaron y se volcaron a ayudar.

Los pude observar a la distancia y tratando de conectarlos en sus propios medios, confieso que no soy el más ducho en twitter, pero entendí que por ahí se movían, se conectaron y lograron establecer redes reales de apoyo. Movieron escombros, movieron camiones, cuerpos y voluntarios con el poder de un texto de 140 caracteres, con imágenes solidarias, sin ego, con el valor que pocos tienen para adentrarse a esta zona de desastre.

La clase social no importó, alumnos de universidades públicas y privadas, rockeros, fresas, hipsters, extranjeros, punks, chicos banda, repartidores de pizza, repartidores de Rappi, de Uber Eats, chopers, bicicletos, triatletas, motonetos, “pachuchos, cholos y chundos”, diría Jaime López.

Siguen apuntalando no solo con polines, sino con mensajes de texto, grupos de whatsapp, comunidades en Facebook, re tweets y sin dejar de vivir en el mundo real, transportan a los padres, niños y adultos mayores, en sus vehículos;  no dudan en ofrecer llevar a Morelos, Oaxaca, Puebla, Malinalco, lejos de la comodidad de su casa; algunos perdieron su departamento temporalmente, sacan lo que pueden para asilarse con amigos, que evidentemente serán más que solidarios.

Por otro lado la  destrucción cobra víctimas de esta generación y la siguiente, alumnos de escuelas primarias, alumnos de universidades, jóvenes trabajadores en oficinas, niños que estaban con sus papás, bebés…

Mamás que lloran ante el montón de escombros donde están sus hijas y nietas sepultadas, “salí corriendo para buscar a su hermana, regresé y sé que están ahí enterradas, justo aquí enfrente” se dirigen la mamá al reportero, ella no pasará de más de 60 años, sus hijas en los 30, sus nietos niños aún, mujer morelense de Jojutla para ser más precisos.

“Los jóvenes tomaron la ciudad dicen en las redes sociales”, que no la suelten; los habíamos catalogado como irresponsables, aquellos que querían solo vivir la buena vida, o que de alguna manera querían vivir su vida, como ellos están aprendiendo a hacerlo;  tal vez no habían mostrado su carácter, o no queríamos verlo. El grueso de su generación llena de orgullo, demuestra que no solo son activistas digitales, que son capaces de tener un país en sus brazos, literal y metafóricamente y que el futuro es para ellos, y de quienes los siguen.

La trinchera de mi generación, se conforma en otro momento, tal vez algunos con responsabilidades y miedos propios de la edad, otros arrojados y sobrevivientes de otros tiempos, nos escondemos y salimos a la vez, peleamos de otra manera, con otras herramientas, pero nos adaptamos a las de quienes nos siguen; a mi me congela el miedo, pero me acciona hacia otras alternativas de ayuda, para conectar a aquellos con quien convivo todos los días, lleguen a donde tienen que llegar.

No era empático con ellos la mayoría de las veces, ahora sé que ellos si lo son, no había tenido el ímpetu que ellos tienen, ahora nos hacen creer que el de ellos es de alguna manera el que formará el futuro del país.

Sin embargo no hago a un lado a la generación que está arriba de mi, la de mis hermanos, sus amigos, nuestros padres, que son los que formaron a estos jóvenes, son aquellos que se preocupan por sus hijos pero los impulsan, son los que aportan con lo que tienen, organizan brigadas, ponen camiones y recursos, no tienen miedo, son solidarios, se formaron en el ideal de la ayuda del brazo con brazo, hombro con hombro. No son críticos con sus hijos más que cuando llegan tarde y pedos, confían en ellos, son lo que ellos sembraron.

De mi trinchera veo, observo y conecto, con miedo, el espíritu está frágil, el corazón, dolido.
La frustración está en mi boca y mi mente, pero mi cuerpo no se mueve, solo acciona a veces, intenta buscar soluciones, pero el temor a no ser tan fuerte domina.



Desde la trinchera
19S17
Parte III
Desde la realidad.

Recuerdo que después del 85, veníamos muchas veces al aeropuerto de la Ciudad de México desde Texcoco por Los Reyes y después por la Ignacio Zaragoza, ahí se observaban los campamentos que se convirtieron por muchos años en el hogar de las personas que perdieron su casa, departamento o lo que tuvieran en ese momento; observaba yo que la gente lavaba su ropa, sus trastes ahí en la avenida, en medio del tráfico, los camiones que iban a la TAPO pasaban a toda hora junto a ellos, los coches particulares y de servicios de igual manera; ¿cómo se acostumbra una persona, una familia, padres, abuelos y niños a vivir así?. La necesidad supongo yo.

Estamos a 5 o 6 días de este 19 de Septiembre, nuestro 19S; 31 años de simulacros, de mover a millones de personas a las 11 am cada año, la gente a veces tomándolo como una molestia, un chiste o una oportunidad para el café o para un cigarro. Los bebés del 85 tienen 32 años, tal vez ellos son papás de esta nueva generación; sin duda un ciclo interesante ante una sociedad que no veía su camino, que no encontraba el punto de sutura; tal vez es la sacudida física y social que necesitábamos. No por necesidad social, sino por orden natural.

La realidad nos alcanza, tenemos que continuar, o, ¿tenemos que continuar?, ¿no sería necesaria una pausa?, ¿no debemos continuar con las labores de rescate y de re construcción?
O debemos seguir, porque a esta crisis, le sigue una cruda, y a esta hay que curarla, valga la metáfora. Casas, albergues, gente hospitalizada, ¿campamentos?, no solo en CDMX, en MOR, PUE, EDOMEX, enseñarles a construir casas, darles los materiales, pagarles para que lo hagan, ¿y los recursos federales ante zonas de desastre? Como saber que fueron bien utilizados, que llegaron a donde tenían, y sin politizar, ¿cómo dar asestar el golpe oportuno a aquellos oportunistas, a los que posan solo para la foto?, ¿cómo exigirles?, ¿cómo demandar como patria aquellos que juraron ante el congreso, federal y estatal?  Más preguntas que respuestas claro está.  Sin duda desde mi trinchera no tengo la respuesta.

Esta trinchera está en un círculo más alejado, no hay claridad, es como estar en Londres dirigiendo el día D y el desembarco de Normandía, nada más que sin generales, sin cabezas, sin un Eisenhower o un Montgomery; en cambio tenemos a alguien que no sabe contar. (perdón no lo pude evitar). Un círculo de trincheras de estructuras oficiales y no oficiales que de alguna manera quieren poner el orden en un caos que ni un partido político, ni un presidente, ni una sociedad civil esperaba. Trincheras separadas, la de los gobernantes, la de los políticos, la de los milenial, la de los críticos, la de las mujeres, la de los hombres, la de la iglesia, de los universitarios, de los que perdieron todo, de los que han ganado todo y escapado, de los oportunistas, de los miedosos, de los equilibrados. Demasiadas.

Ahora bien, ¿qué debe suceder para que una mujer vuelva a confiar en el hombre?, ¿qué debe el joven vivir para que confiar nuevamente en las instituciones?, ¿podrá las ciudades y poblaciones afectadas confiar en seguir viviendo?, la realidad supera a esas respuestas, porque no puedes quitarte, no puedes hacerte a un lado, y no puedes echarte para atrás, la vida es como Mike Tyson, pega y fuerte, y siempre para adelante. O aprendemos a pelear y también estar echados pa´lante, o deberemos esperar 30 años de nuevo, ¿deberemos esperar 30 años de nuevo?.

La realidad es que muchos están ahí, muchos otros estamos alejados y tratando de hacer algo, y ha otros que su vida continúa, ninguna de las tres está mal. Lo que si estaría mal, es que no aprendamos una vez más, desde elegir a nuestros representantes y gobernantes, hasta no elaborar protocolos post catástrofe, donde colocar albergues, donde son los puntos de reunión, donde debe haber equipo suficiente, donde deben reunirse los víveres y donaciones, quienes son líderes de brigadas, y así muchas otras cosas que no son solo el simulacro cada año.

Observé el video de un niño que grabó en una secundaria técnica, da risa sin duda su narración, pero si se observa en el fondo, todos los niños están en el suelo, abrazados, tal como se les indica, los profesores los cuidan, supervisan, los que están en un tercer piso, están esperando instrucciones, se logró algo, falta aún más en ese tema.

Mi trinchera no es tan positiva, pero se cavó como muchas otras y quiere unirse a las demás. Desde acá se ve nublado el día, pero igual que siempre, el sol sale, la gente despierta y sigue adelante, es la raza, es el espíritu, es la fortaleza de quienes estamos acostumbrados a seguir adelante. Es una verdad, pero la verdad espero que ahora si lo logremos. Lo que eso signifique.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Las perlas para el café era el título que mi profesor de Géneros Periodísticos le daba a su columna en el periódico Ocho Columnas en Guadalajara, cuando yo estudiaba comunicación. En ese tiempo el título se me hizo muy original, y hoy me permito utilizarlo para tratar de dar una lectura a quien se atreva a leerme sobre cuestiones mundanas enfocadas al mundo del cine y de la producción audiovisual, siendo esto a lo que me he dedicado en mi vida académica durante ya casi 15 años.

No trato de mostrarme como un experto o conocedor único y crítico del mundo de la producción audiovisual, pero si mostrar mis apreciaciones y comentarios que pueden ser un punto de partida para apreciar de mejor manera este maravilloso mundo.

Tener una lectura que pueda ayudar a tomar un café es una perla que pocos podemos disfrutar, espero que esto les guste y puedan tomar un café, un té o incluso una chela con mucho gusto.

lunes, 22 de abril de 2013

Perlas para el café: Tlatelolco

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El cine y el movimiento del 68.
Una mirada fílmica a “Tlatelolco”
Por: Allende Márquez Ortiz

Si bien mi primer encuentro con la trágica historia del movimiento del 68, que desencadenó y terminó al menos en hechos, en la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, fue las anécdotas que mi papá desde su perspectiva como estudiante de doctorado en Iowa State University, y mi madre quienes pudieron observar desde el medio no controlado por el estado mexicano, ante la cobertura mediática de los juegos olímpicos realizados en México; el como ex alumno de la Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo, que participó activamente en este movimiento estudiantil, y como un buen rojillo y simpatizante de las causas de izquierda y socialistas, por algo me llamo Allende. Fue meramente eso, anécdotas e historias que mi padre nos ha contado a lo largo de toda su vida.
Pero la primera historia que realmente me impactó fue al ver en su estreno Rojo Amanecer (Fons, 1989), producida por el célebre Valentín Trujillo y Héctor Bonilla, protagonizada por este último junto con María Rojo, Demian y Bruno Bichir y el fallecido Eduardo Palomo entre otros. 
Recuerdo salir de esta sala de cine de los primeros “multicinemas” que hubo en Texcoco, con un gran disparo a mi espíritu y corazón al  haber visto esta mirada interna y contenida en uno de los departamentos  de la Unidad Tlatelolco. Sin una gran producción, dentro del marco del “Nuevo Cine Mexicano”,  Rojo amanecer nos permitía conocer una de las muchas historias, aunque ficticias, pero basadas en los hechos reales, retomados muchos de las situaciones y diálogos de La noche de Tlatelolco (Poniatowska, 1971).
Sin duda el impacto de ver en  pantalla esta historia, y desde este punto de vista en particular sensibilizó a mi ser ante uno de los momentos más negros de la historia moderna de México.
Más tarde, casi en la universidad leí el libro de Elena Poniatowska lo cuál confirmó y amplió mi conocimiento de facto del movimiento del 68, así mismo el documental El grito de Leobardo López Aretche  estudiante en ese entonces del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM y que junto con sus compañeros de clase, documenta el movimiento estudiantil y aunque con deficiencias visuales y pocos recursos nos cuenta en 120 minutos, como espectador y protagonista este documental casi en primera persona, con 8 horas de filmación de diferentes momentos del movimiento estudiantil.
45 años más tarde se han hecho esfuerzos  por llevar nuevamente esta historia a la pantalla, y ayer por la tarde junto con mis hermanos y sobrinos ví la película Tlatelolco, de Carlos Bolado. Y sin embargo aún ante el intento de recrear época y hechos de los principales protagonistas de esta historia, incluyendo el presidente Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez , así como filmar en las locaciones más representativas de donde sucedieron los diferentes acontecimientos, como Ciudad Universitaria, la Preparatoria 1 en San Idelfonso, La Academia de San Carlos, Av.  De la Reforma y la misma plaza de las tres culturas en Tlatelolco. La Ibero fue recreada en la Universidad Autónoma Chapingo, dado que las instalaciones de esta universidad fueron dañadas en el terremoto del 85, y se traslada a su campus en Santa Fe.



Tlatelolco nos presenta el movimiento estudiantil de manera cronológica y desde el punto de vista de una historia de amor entre dos jóvenes estudiantes, uno de  Arquitectura de la UNAM y la otra de Comunicación de la Ibero (estas son las dos primeras pistas que desde mi punto de vista se vuelve una historia con tintes de historia de amor al más puro estilo Shakespeare).  Dos mundos que se encuentran ante las represiones del gobierno;  traiciones y homicidios de carácter bíblico que evidentemente tratar de reflejar metáforas sobre el mexicano asesinando y traicionando al otro mexicano, a su hermano a su madre a su hermana.
Sin embargo ante estos esfuerzos del guión y de la dirección de Bolado, cuyo trabajo en Colosio, el asesinato (2012), fue mejor ejecutado tanto en guión, como actuación y dirección. Tlatelolco, el verano del 68, como también se le publicitó pierde fuerza y dirección narrativa en varios de los puentes de la historia que debería desencadenar con fuerza en el momento más trágico del movimiento.
Si bien utiliza recursos gráficos y documentales para contar la historia, incluyendo pietaje original de diferentes filmaciones del momento.  Su estética no logra ser uniforme y propositiva en este sentido, parece querer mostrarnos un aire documental con títulos que describen las fechas de mayor relevancia hiladas con la historia de los protagonistas, así como la aparición  intermitente y con poco timing del “presidente” y de su sucesor el “secretario”. Con un maquillaje que apenas nos deja ver rasgos del feo presidente que hace bromas ante los medios, y disminuye la importancia de la toma de decisiones para ordenar la matanza en Tlatelolco ese 2 de Octubre.
Actuaciones novatas y desencajadas, aunque resalta la actuación de Armando Hernández como Paco, el Caín de la historia, que junto con la historia de su hermano Félix, representado por Christian Vasquez, nos muestran el lado de la moneda del Batallón Olimpia y demás fuerzas del orden público, incluyendo el ejército vs el Concejo Nacional de Huelga.
Romeo y Julieta, perdón Félix y Ana María (Cassandra Ciangherotti) se encuentran, se enamoran, se entregan, se pierden y encuentran, dentro de esta trágica historia de amor,  de Julio del 68, hasta el 2 de octubre, las ya resaltadas diferencias sociales y lucha de poderes al ser el papá , Juan Manuel Bernal, de esta Julieta, revolucionaria,  un señor “influyente” y participante activo de quienes ejecutaron las órdenes de la matanza, desaparición, tortura y asesinato de estudiantes. Pero aún cuando el Director quiere tener este punto de vista, pierde el contacto de los jóvenes con la realidad del evento, si bien participan activamente y son víctimas del propio sistema quien amedrenta a sus compañeros estudiantes, la historia resulta un pretexto soso y mal desarrollado dentro de la película.

Es loable la interpretación y recreación es estos hechos en la película de Carlos Bolado, pero más que Tlatelolco, creo que la historia debería llamarse Los estudiantes del 68, ya que nos narra y desarrolla en su narrativa la importancia de los antecedentes que desembocan en la plaza de  Tlatelolco.  Planteando que el objetivo real ante las protestas y enfrentamientos entre los estudiantes  y el gobierno era limpiar la imagen de las Olimpiadas que serían inauguradas 10 días después.

Me sigo quedando con Rojo amanecer definitivamente, ya que sin presunciones y pocos recursos logró transmitirme con claridad y sensibilidad la historia de lo que ahí sucedió.